LOS 20 DISCOS MÁS PERTURBADORES QUE
JAMÁS ESCUCHARÁS (1ª PARTE)
1- COIL- SCATOLOGY (1984)
Habitualmente
ensombrecido por el prestigio crítico de Horse Rotorvator (1986),
el debut de Coil nada tiene que envidiarle a ese fulgurante trabajo.
De hecho, en más de un aspecto lo supera: además de sentar las
bases del futuro rock industrial (“Panic”), supone toda una obra
maestra del primigenio dark ambient gracias a una colección de
pasajes atmosféricos tan bizarros como intrigantes (“At The Heart
Of It All”, “Tenderness Of Wolves”, “Cathedral In
Flames”...). Se trata de una linea creativa fascinante que
culminará posteriormente con el inmenso Astral Disaster (1999).
El broche lo pone su sobria relectura del “Tainted Love” de Soft
Cell, o cómo transformar la liviandad synth-pop en gravedad
elegiaca.
2- WHITEHOUSE- MUMMY AND DADDY (1998)
Los primeros Swans
pretendieron expresar musicalmente la anulación de la voluntad
ajena, de ahí que Cop (1984) pueda ser definido como el
contundente soundtrack de la coerción y el abuso (tanto a
nivel social como individual). Whitehouse, por su parte, fueron más lejos e intentaron directamente abusar del oyente. No cabe duda de que lo consiguieron.
Tras escuchar la didáctica “Daddo”, médula espinal de este
disco, uno no puede dejar de sentirse profundamente humillado:
compruebas que han jugado con tu sistema nervioso, con tu capacidad
de aguante. La postrera “Private” acaba de apuntalar la fuerza intimidatoria del trabajo demostrando que la realidad es más
taxativa que cualquier fabulación, por dura e incisiva que ésta
sea. Simplemente son Whitehouse tratando -una vez más: Psychopathia Sexualis (1982), Great White Death (1984)...- de
ir un poco más allá...
3- CURRENT 93- DOG´S BLOOD RISING
(1985)
Un inquietante bodegón
sonoro de referencias esotéricas y literarias (de la OTO y el
Thelema a los cantos de Maldoror) que aglutina y reformula en clave
gótica determinados hallazgos de Throbbing Gristle y Psychic TV.
Antes de desplegar todo su abigarrado mundo interior en sus obras
maestras de los 90, con un formato sonoro más amable, David Tibet ya
dio muestras de su complejísima idiosincrasia creativa con este
disco, segunda pieza de su trilogía industrial (junto con Nature
Unveiled (1984) y In Menstrual Night (1986), igualmente
abrasivos).
4- TODAY IS THE DAY- WILLPOWER (1994)
Disco desequilibrado,
inconexo y excéntrico, representa el probo intento de inocular
plasticidad emocional en la impenetrable argamasa del noisegrind.
“Cada canción suena como la banda sonora de un irracional estado
de la mente”, dijo acertadamente un crítico. Odio, ira, pavor...
Toda agitación del ánimo está aquí representada gracias al empleo subversivo y descontextualizado de los trazos melódicos y a la contundencia del
sonido. Por supuesto, entre tales estados también figura la euforia:
“Simple Touch”, con esos chillones punteos, consigue enervar y
emocionar a partes iguales, cosa que tiene su mérito.
5- SWANS- COP (1984)
El segundo disco de los
Swans carece de la riqueza y la heterogeneidad musical de su obra
cumbre, el igualmente perturbador Children Of God (1987), pero
ésa es su principal arma. En efecto, Cop hiere por su
percutante austeridad, por sus repetitivos y desquiciantes ritmos. El amasijo de acoples y feedback constituye el fondo perfecto para las
incendiarias soflamas de Michael Gira, creador trastornado por la
dolorosa visión del individuo despojado de su dignidad. Algo que
atañe a la premisa central del disco (la cual determina la
concepción de su sonido tanto o más que su contenido lírico): la
reducción de los cuerpos a simple material susceptible de ser
manipulado. Un hito del post-punk que ejercerá una influjo
inconmensurable sobre el noise, el doom y la música industrial.
6- KHANATE- #1 LP (2001)
Ejercicio estético
llevado al límite, cuya radicalidad destila una
inefable belleza, al tiempo fascinante y nauseabunda. Recogiendo
sabiamente todo lo sembrado con Burning Witch, pero tratando al
tiempo de trascender su exiguo -y, me temo, mal conocido- legado,
Stephen O´Malley y los suyos entregan un monumento a la desesperanza que asume orgullosamente su naturaleza inaudible, su carácter de obra al margen;
una suerte de slowcore necrótico que supera en poder de sugestión
al drone monolítico de su otra gran banda, Sunn O))).
7- BIG BLACK- SONGS ABOUT FUCKING
(1987)
Difícil elegir entre
éste y Atomizer (1986), el debut de la banda liderada por
Steve Albini. Ambos álbumes exhiben un hardcore crispado y
enormemente vigoroso, interesado en diseccionar determinados cánceres
sociales y anomalías psíquicas varias. Si nos decantamos finalmente
por Songs About Fucking es por su granítico pero bien
pulimentado acabado formal. La conjunción de la ferocidad eléctrica
de la guitarra de Albini y el desalmado pulso industrial de la caja
de ritmos (el mítico “Roland”) dota al conjunto de una sonoridad
única y absolutamente reconocible. Para estómagos fuertes.
8- PAINKILLER- GUTS OF A VIRGIN (1991)
Osado pero muy
convincente intento de fundir el caos grindcore y el jazz de
vanguardia llevado a cabo por dos ínclitos cultivadores de dichos
géneros: Mick Harris (ex-Napalm Death) y John Zorn (Naked City,
Masada), respectivamente. No se trata de ningún capricho
avant-garde, ni de una fusión que se agote en la pretensión de
epatar. Temas como “Devil´s Eye” desbordan tanta creatividad
como concreción rítmica, merced a la contextura de los perfiles
genéricos conjugados, esencialmente libres y abiertos a las
injerencias externas.
9- DIAMANDA GALAS- THE LITANIES OF
SATAN (1982)
El primer disco de la
artista greco-americana es también su obra maestra. Basado en el
conocido poema homónimo de Las flores del mal de Baudelaire,
ostenta una madurez y un dominio de los recursos expresivos
ciertamente envidiables. Más allá de la recreación de climas
góticos archioídos, su autora pretende ofrecer un colchón sonoro
que acoja de forma natural el escabroso aliento baudelairiano. La operación, no cabe duda, tiene sus riesgos. Sin embargo, de
entre tanta performance vocal y tanto malditismo emerge con
facilidad una auténtica capacidad de seducción.
10- EINSTÜRZENDE NEUBAUTEN- KOLLAPS
(1981)
Eximio exponente de la
vanguardia industrial de los primeros ochenta, Kollaps es un
trabajo seminal que esquiva sin dificultades la hipotética
catalogación arty de su propuesta recurriendo a un
primitivismo que llega a amedrentar. Así, la fiereza instintiva y la más gélida abstracción se dan la mano. ¿Cuál es el resultado? Consiguen que
canciones como la titular conecten con el latido atávico de nuestro
ser sin dejar de lado esa frialdad maquinal típica del mejor rock germano.
Una obra admirable.
Buenísimo. ¿Habrá algún día segunda parte?
ResponderEliminarHola Xosé!
EliminarAgradezco el interés y tus amables palabras. Sí, habrá continuación y estará centrada en sonidos menos agresivos (grupos de darkfolk e incluso de pop). Supongo que los prosaicos e ineludibles menesteres que ocupan mi vida cotidiana me obligarán a postergar la entrada (así como cualquier otra del blog) más de lo deseable, pero por mis huevos que ésta verá la luz.
Celebro tu artículo. Propones una sugerente banda sonora para practicar la fractura de falanges en alguna baudelairiana oscuridad.
ResponderEliminarMe pregunto si la segunda parte incluirá algún álbum de Throbbing Gristle.
ResponderEliminarHey Marina!
ResponderEliminarTe contesto algo tarde porque hasta ahora no he podido hacer uso del teclado (falanges un poco resentidas, nada grave).
Verás, creo que el primigenio sonido industrial ya está de sobra representado con Current 93 y Coil, bandas estrechamente vinculadas, en sus comienzos, con el colectivo de Genesis P. Orridge (Peter Christopherson -de Coil- fue de hecho uno de los miembros originales de Throbbing Gristle). Aunque es de justicia reconocer que el "Second Annual Report" es una pieza de culto de pleno derecho.
Abrazos!